Crónicas y leyendas: Skiir el asesino (I)

Saludos, caudillos y paladines!

Hoy estrenamos una sección que nos hace mucha ilusión, "Crónicas y leyendas".

Aquí podréis entreteneros leyendo las historias y relatos que nuestros compañeros han escuchado en sus largas noches de taberna y que nos han transcrito para el disfrute y conocimiento de todos. La primera de ellas, la trae nuestro compañero Héctor "el hereje" tras esquivar varios rayos de disformidad y huir de las bolas de gas envenenado de sus protagonistas...

PRÓLOGO

Allí, en los más oscuros y siniestros túneles de Karak-Ocho-Picos, antigua gloria enana, una madre rata estaba dando a luz a una camada de seiscientos skavens. La ciudad de los pilares, como la conocen los hombre-rata, había sucumbido tras los continuos ataques tanto de skavens como de pielesverdes, minando la moral de los enanos hasta obligarlos a abandonar sus preciadas pertenencias en las cámaras más profundas de la fortaleza, para acabar huyendo desesperadamente por salvar la vida.

Y es allí, en esta red de túneles de Karak-Ocho-Picos donde nació Skiir, conocido en el en el Viejo Mundo como Skiir, el asesino mercenario.

—Este es el último— dijo la madre paridora mientras gemía y veía salir a su última cría.

—Más comida para la camada— rió Nith al ver que no se movía y parecía muerto, —Ah no, respira! Pero está muy débil, los demás se lo comerán de aperitivo— pronosticó mientras sostenía a la criatura entre sus garras.

CAPÍTULO 1

—Tendremos problemas con él. Nació medio muerto hace sólo un año, ahora combate con guerreros de siete y ya ha matado a cinco—. Shini, sorprendido, observó aquél skaven mientras combatía con un feroz guerrero que le doblaba en altura y peso.

—No podemos permitir que nos deje en ridículo Thur, hazle luchar contra el mejor guerrero que tengas y que lo mate— le ordenó.

A Thur le gustó la idea. No podía dejar que ese crío llegara más lejos que él y, ganándose el favor de Shini, podría ascender y dejar de entrenar a los guerreros del clan. Quién sabe, tal vez hasta podría quitarle a Shini el puesto de señor de las alimañas.

Thur llamó a Nix, su mano derecha y jefe de los guerreros en las batallas.

—¿Sí, maestro?

—Nix, vas a lucha con Skiir. Mátalo, es una orden— le dijo sonriendo.

—Será un placer.

—Toma— Thur sacó una espada afilada y oxidada de su capa y se la entregó a Nix.

—¡Skiir, ven!— gritó, el entrenador.

Skiir se acercó corriendo —¿Maestro?— preguntó Skiir. —Vas a entrenar con Nix, toma— Thur alargó la garra y le dió una espada sin filo. El joven skaven estaba nervioso, tan nervioso que no notó que su espada era roma y que la de Nix estaba afilada. Su contrincante, además de ser jefe de unidad desde hacía tiempo, también había combatido en innumerables escaramuzas contra los enanos y, por si fuera poco, había entrenado junto a las alimañas, la unidad de élite en combate de los skavens. Skiir no pudo eviatar fijarse en su cuerpo lleno cicatrices, lo que le indicaba que llevaba mucho tiempo luchando.

Oculto, un extraño hombre-rata se frotaba las manos mientras observaba el combate que iba a tener lugar. —Interesante combate, veamos de qué pasta estás hecho— pensó para sus adentros. Skiir y Nix se separaron para comenzar el entrenamiento.

—Que la rata cornuda esté contigo— le deseó Skiir a Nix, alargándole la garra en señal de respeto. Éste se rió fuertemente, escupió en el suelo, se giró y comenzó a andar en dirección contraria a Skiir.

Skiir se quedó parado, no le sentó bien aquel gesto, así que intentaría hacérselo pagar aunque no fuera una idea muy sensata. Acto seguido se giró para andar en dirección contraria a Nix para comenzar el entrenamiento. Cuando anduvo 5 pasos, un olor familiar le vino a la mente. "Ese olor..." pensó, intentando recordar de qué le sonaba. Un rayo cruzó su mente "es el olor de Nix!". Afinó su oído y rodó hacia un lado, notando como una espada cortaba el aire a su lado.

Rápidamente giró la cabeza hacia donde había estado hacía un momento. "No tiene sentido, no necesita atacarme por la espalda con una espada roma, salvo que..." —Skiir se fijó en la espada— "¡esté afilada! Thur me quiere matar y se lo ha ordenado a Nix pero, ¿para qué atacarme por la espalda?, no soy una amenaza para él".

Percibió un nuevo olor, era un olor amargo, como de frustración y temor. "Es Nix, ya no está tan seguro de poder vencerme". Skiir se rió y apuntó a Nix con la espada roma —Tú lo has querido— le espetó. Nix cargó contra Skiir sin pensárselo dos veces. Ese sucio skaven de apenas un año lo había desafiado delante de todos sus guerreros.

"Perfecto, lo he enfurecido y ahora atacará sin parar" —pensó— "sólo tengo que esquivar todos los golpes hasta que se canse y... ese será mi momento".

El combate empezó y el joven skaven siguió el plan que había trazado, esquivar las acometidas de Nix gracias a su pequeño tamaño y su delgado cuerpo, aprovechando los descuidos de su contrincante para pegarle con la espada y enfurecerlo aún más.

—Me las vas a pagar, sucia rata escurridiza—. Murmuró Nix entre dientes mientras lanzaba otro tajo a la cabeza de su oponente. Ésta última la esquivó por poco y pudo ver cómo Skiir sonreía, lo que lo hizo enfadar mucho más.

Golpe tras golpe, Skiir seguía esquivando todos los intentos de herirle con soltura. Nix era demasiado grande y lento para él. Confiado, el joven le dió un golpe con la espada en la rodilla pero esta vez, para su sorpresa, Nix le propinó un golpe con su cola y le hizo tambalearse y caer al suelo.

—¡Ya te tengo!— gritó Nix —¡muere sucia rata!— chilló mientras bajaba la espada hacia el vientre de Skiir. Pero éste aprovechó su velocidad y, segundos antes de que la espada de Nix le alcanzara, se escurrió entre sus piernas. — No, yo te tengo a tí— pensó Skiir mientras Nix erraba y golpeaba con la espada en el suelo. Aprovechando su agilidad y rapidez, se subió a lomos de Nix y clavó sus puntiagudas uñas en los ojos de su enemigo, el cual profirió un agudo grito de dolor cuando Skiir finalmente le sacó los ojos.

—¡Esta sucia rata me ha dejado ciego!— bramaba Nix mientras se llevaba las garras a la cara. —Este es tu último error, cosa-muerta— le susurró Skiir al oído mientras alcanzaba la espada de Nix del suelo con su cola. Le seccionó la yugular y Nix cayó al suelo. Sentía cómo la vida le abandonaba, nunca debió de enfrentarse a ese joven skaven pero ya era demasiado tarde para lamentarse.

Los guerreros allí presentes se quedaron helados al ver cómo Skiir, con no más de un año, había acabado con la vida del gran Nix.

—Buen combate— pensó aquél skaven oculto en la oscuridad mientras desaparecía entre las sombras de los túneles. Skiir se acercó a su maestro con la espada de su contrincante llena de sangre. Thur estaba nervioso y Skiir podía notarlo por el olor que desprendía. —Maestro —Skiir le entregó la espada. Thur se quedó callado, asombrado de que aquel joven lograra matar a su mejor guerrero.

—Esto me saldrá caro— pensó al recordar que había incumplido la misión de Shini, quien permanecía inmóvil a su lado.

—Buen trabajo— dijo al fin, intentando ocultar su miedo y su nerviosismo.

Skiir inclinó la cabeza, dió media vuelta y se marchó con los demás guerreros, que segregaban un olor a puro temor —el siguiente serás tú por ordenar que me mataran, "maestro"— pensó para sí mismo.

Héctor "El hereje"