lunes, 29 de noviembre de 2021

Crónicas y leyendas: Skiir el asesino (III)

 Saludos, valerosos caballeros!


Tras un largo periodo de descanso, este joven escriba os trae el capítulo IV de nuestro skaven favorito, Skiir!



CAPÍTULO IV


- Jejejejejjeje eres mío sucio orco- marmulló Skiir mientras clavaba su oxidada espada en el cuello del orco grandote que tenía enfrente. - ¡ Atrás-atrás, no persigáis! - ordenó Thur a sus guerreros. “Maldito Skiir, mató a Nix hace unos meses y ahora me toca salir a combatir a mí, el gran Thur, me las pagará” pensó mientras sus guerreros celebraban la victoria. -¡¡ Si-si, hemos vencido a esos orcos!! – gritaban los hombre-rata mientras remataban a los heridos y rebuscaban tesoros entre los cadáveres.

“Eran inferiores en número y sin un líder” pensó Skiir mientras sacaba el arma del cuello de su última víctima.

Había sido una carnicería, un grupo de cien orcos que probablemente buscaban a un ejército al que debían de unirse, había caído por error cerca de uno de los túneles que conducía a la guarida skaven y Thur aprovechó la ocasión para eliminarlos y así hacerse notar con Shini. 

- Coged todo lo que sirva, volvemos a casa – ordenó Thur.


En la seguridad de los túneles, el jefe revisó el botín obtenido para quedarse con lo mejor pero, como predijo, no había nada de valor en ese montón de chatarra. 

La madriguera en la cual vivían Thur y sus guerreros estaba a unas dos horas de viaje subterráneo (siempre que no se perdiesen) de otros núcleos skaven. Situada en la zona oeste de Karak-Ocho-Picos, la madriguera, conocida como Plagthur desde que el capitán de los guerreros había llegado al poder, era un amplio agujero hecho por niveles, donde cada uno de ellos tenían túneles con habitaciones para los soldados.

La habitación de Skiir estaba en el cuarto nivel. Era pequeña y estaba situada en al fondo del túnel, cosa que le permitía pasar desapercibido entre sus compañeros aunque, con el historial  de muertes que tenía a sus espaldas, todo el mundo sabía que era una insensatez meterse con él. Al joven skaven no le importaba lo que los demás dijeran de él, al contrario, quería que le tuvieran miedo así nadie intentaría asesinarle.


Cuando Skiir llegó a su “agujero” entró en él y escondió una bolsita de cuero que había encontrado en el cuerpo del último orco asesinado. La bolsa, la cual había pasado desapercibida en la revisión de Thur, contenía unas monedas de plata que podría usar en el futuro. En Plagthur habían soldados que, por cierta cantidad de monedas, podían conseguirte piedra bruja y, con ella, podías conseguir armas obtenidas en las catacumbas enanas.


No tardó mucho en salir nuevamente a los túneles, pues la tranquilidad que estos le ofrecían le gustaba. Cuando llegó a la artería principal de la red de túneles, situada en la parte superior de Plagthur, anduvo sin rumbo fijo usando las sombras para no ser visto, dado que por los túneles había centinelas que no veían con buenos ojos que otros skavens deambularan por los túneles sin motivos pero, a diferencia de otros hombres rata, Skiir tenía un sentido extraordinario de la orientación, lo que le permitía recorrer aquellos túneles con los ojos cerrados sin ser visto.

Sorteados un par de centinelas con suma facilidad, nuestro intrépido aventurero decidió  salir de los túneles para comprobar cuan fácil era volver entrar en ellos sin que nadie lo notase. A unos veinte pasos del exterior, le llamó la atención el echo de no ver ningún centinela de guardia y, además, percibía un extraño olor que le llegaba de fuera. El olor le era familiar, no era tierra mojada, ni tierra seca, ni skaven, ni de orco. Decidido a saber que era, salió del túnel con suma cautela.


Fuera ya era de noche, una noche estrellada y silenciosa, con poco viento y con la luna en estado creciente, que permitía ver a cierta distancia.

Se centró en localizar la fuente de aquel extraño olor que, allí, a escasos pasos de la entrada al túnel, era más notable que en el interior. Giró la cabeza hacia el este y un destello le hizo entrar en estado de alerta. “Que raro, parecía una pieza de metal pero los centinelas no deberían de estar aquí fuera” pensó mientras usaba las sombras de la noche para resguardarse. Lentamente se fue acercando a la fuente del destello que era, sin lugar a dudas, lo que emitía aquel olor. “¡Un enano! Sólo había escuchado historias de ellos, nunca había visto ninguno, solo los huesos de algunos de ellos en las catacumbas… ¡Claro, por eso me sonaba el olor!”.


El montaraz enano empezó a mirar a su alrededor, una ráfaga de aire le había hecho notar el olor a skaven a su alrededor. Este, a diferencia de su enemigo, conocía muy bien a esa raza, pues había luchado contra ellos en numerosas ocasiones. - Sucia rata, donde estás – dijo entre dientes. Skiir se echó al suelo, el enano había percibido su presencia. “ Tengo que acabar con él, pero antes me divertiré un poco” pensó entre risas mientras avanzaba sigilosamente por el lado izquierdo del montaraz, aprovechando que el aire había parado. “Una ballesta, tengo que ir con cuidado, sino podría matarme” pensó. Poco a poco llegó a situarse a apenas 5 metros del enano, que era incapaz de verle, pues no contaba con los sentidos desarrollados de Skiir. 

-Hazte ver para clavarte una flecha entre los ojos, como he hecho con tus amiguitos- .

- Eres mío – dijo el enano mientras se giraba hacia Skiir y descargaba la ballesta contra él. Sorprendido, Skiir saltó hacia el montaraz con la espada en la mano, esquivando la flecha lanzada por este, la cual rozó su cola. Skaven y enano cayeron al suelo, este primero con la cola ensangrentada por la flecha y el segundo con la mano derecha cercenada por un rápido tajo de Skiir. El enano emitió un grito de dolor y frustración, pues sabía que poco podría hacer por su vida.

-Yo te maldigo, sucia rata asqu… - Skiir le cortó el cuello antes de acabar la frase y acabó con su vida. - Perfecto, una ballesta y un hacha enana para mi colección – dijo para si mismo mientras revisaba el cuerpo del enano y le cogía la capa para taparse la herida de la cola. De repente, siete fuentes de olor a enano de distintas direcciones le hizo ponerse alerta. “Va a ser una noche movida” sonrió, excitado de ganas de cobrarse la vida de más enanos.


Héctor "El hereje"

4 comentarios:

  1. Que yo sepa, nos falta el capítulo tres!!!

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    1. Estas en lo cierto joven amigo, este skaven no sabe contar y había puesto mal el título. Ya lo hemos cambiado, muchísimas gracias por el aviso.

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    2. Joven, si me comparas con el universo, es correcto!!

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  2. muy buen relato, queremos más si-si

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